Uno de tantos…

Te doy gracias, Señor, porque soy como los demás, tan lleno de poder y debilidad, tan movido por anhelos y sepultado por miedos, tan dispuesto a lo más divino y a lo más rastrero. Te doy gracias porque …Más
Te doy gracias, Señor,
porque soy como los demás,
tan lleno de poder y debilidad,
tan movido por anhelos
y sepultado por miedos,
tan dispuesto a lo más divino
y a lo más rastrero.
Te doy gracias porque mi corazón late, unos días con fuego, con pobre rescoldo otras veces; porque miro en el espejo de dentro y descubro cicatrices sanadas por ti, y heridas que aún supuran. Por los errores, que atemperan la tentación de erigirme en juez de veredictos ajenos. Por los aciertos, escuela de posibilidades. Por la ternura y el amor, que a veces doy y siempre pido. Por saberme tan de barro y tan de Ti…
José María R. Olaizola, SJ
Tina 13
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Cecilia Argentina
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Camelia canaria
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Victoria María
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Victoria María
"Oh, Dios, ten compasión de este pecador".
Victoria María
“Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Marcelino Champagnat
EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 18, 9-14
En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
"¡Oh, Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni …
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EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 18, 9-14

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:

«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:

"¡Oh, Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo".

El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:

"¡Oh, Dios!, ten compasión de este pecador".

Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».